top of page
  • Black Facebook Icon
  • Black LinkedIn Icon
  • Black Twitter Icon
  • Black Pinterest Icon

Maldito puente de Octubre

  • Foto del escritor: Laura
    Laura
  • 9 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

¡Un momento! ¿Qué tengo tiempo libre? ¿Qué tengo cinco días de puente? ¡Madre mía! ¡Voy a planificar el tiempo que me tiene que cundir! Tengo que aprovechar el tiempo para viajar, que nunca puedo, o mejor, para una vez por todas ordenar mi trastero, o…. podría dedicarme a escribir todo aquello que tengo pendiente, pero también me apetece quedar con mis amigas, hace tiempo que no quedo, y hacer esta ruta tan chula que vi en el Instagram de mi vecina, salen unas fotos espectaculares con esas vistas…. O debería quedarme en casa para descansar… no hacer nada… todo el día tirada en el sofá mirando Netflix… que gusto…. Nonono, eso no, que es perder el tiempo, hay que aprovechar Laura… hay que aprovechar….





Me he hecho un planning de los días de puente para poder abarcar todo aquello que quiero meter en mi apretada agenda, en realidad, yo lo llamaba organizar mi tiempo libre para que no se me olvide nada. Hasta aquí, todo correcto. Pero sin saberlo me he metido en mi propia cárcel, obligada a cumplir con la condena que yo misma me he autoimpuesto. Que mal, ¿eh?


Pensaba que era la única persona del mundo que le pasa, pero por lo que estoy viendo en los procesos de coaching de mis chicas y en las charlas con mis amigas, es un topicazo de lo más común: el TENGO QUE.


Estaba yo tan feliz el primer día de “tiempo libre” disfrutando de un proceso de coaching, absorta en la pura alegría de vivir y de repente, termino la sesión y la ansiedad me empieza a emerger por la boca del estómago. Para calmarla, elijo ir a caminar con mi perrita y así aprovechar el tiempo: escuchas un postcast y aprendes algo de paso, haces algo de ejercicio, cansas a la perra…. You know, todo eso que hay que hacer. Pero entonces mi ansiedad y frustración aumenta a medida que me alejo de mi casa, porque claro, si vas a caminar, no te da tiempo a escribir, o a cambiar la ropa de temporada, o limpiar tu casa que da miedito, o a… . La bola de fuego va en aumento a la par que las posibilidades de hacer otras cosas más productivas van apareciendo en mi cabeza. Que horror, porque si no lo hago ahora todo, no lo podré hacer nunca más…


Que dramas, ¿verdad? Pues así me va la cabeza cuando me autoimpongo responsabilidades innecesarias y venidas desde…. no sé dónde. Pero, ¿Quién me manda a mi tener que cumplir con todos estos compromisos? ¿Yo misma? Pues vaya… ya que tengo que mandar de mi misma, mejor mandarme cosas que me hagan sentir bien, ¿no?


Pues así soy, así somos. Menos mal que cada vez me voy dando cuenta antes. No se trata de que nunca más te sientas sobrepasada, triste, o enfadada. Se trata de pillarte cada vez antes y entender porque estas sintiendo lo que estas sintiendo. Escucharte, escuchar tu cuerpo y tu discurso mental y cuestionar todo aquello que tu mente, ego (o como le quieras llamar) te dice. Seguramente, será porque te has cogido una responsabilidad que no es tuya, o porque no has marcado tus limites, o simplemente porque sabias que necesitabas una cosa y has hecho todo lo contrario. Yo a esto le llamo descentramiento, cuando te sales de tu centro y empiezas a moverte según la corriente. Es cuando sientes que no te estas siendo fiel a ti y/o estas poniendo el foco en los demás viendo como sus estupendísimas vacaciones a través de un filtro son mejores que tu día de limpieza en casa.


Y es que se trata de disfrutar, pero cuando tenemos en la cabeza que deberíamos estar haciendo cualquier otra cosa o no estamos haciendo algo para tener un día de anuncio de Estrella Damm, dejamos de disfrutarlo. Que paradoja.


Con lo bonito que es estar limpiando tu casa con la música a tope y utilizar la escoba como micro, o estar en la playa de tu pueblo pensando que estas en el trocito de tierra mas maravilloso del mundo, o cuando te encuentras teniendo una conversación con alguien especial, esas que llenan, aunque estéis en una cafetería de barrio y no en el local más chic.


Y es que… c’est la vie! Hay que aprender de ella, y cuanto más pensamos que estamos estupendamente genial, viene un puente y te lo jode todo. Bueno, perdón, el puente no ha hecho nada, hablemos con propiedad. Vienen tus creencias y patrones que todavía siguen enganchados a la productividad y al sentirse realizados por cuantas más cosas hagas mejor.


¿Receta mágica? Consciencia, consciencia y más consciencia.

Cuando aprendes a escucharte y a confiar en tu intuición las rayadas mentales de este tipo se reducen a un día, o quizás medio, puede que a medio minuto. Pronto puedes ver que tu estado de frustración te está queriendo decir que por ahí no… y entonces te preguntas, te entiendes y te corriges.


Ahora mismo puedo estar escribiendo este post desde el puro disfrute gracias a una mañana de charla y café entre amigas. He roto mi planning de fin de semana y tengo el trastero todavía por arreglar, pero no creo que nadie me vaya a denunciar por ello… 😉


Disfrutemos.



 
 
 

Comments


bottom of page